Las quiero a las dos, una mirada a la hipocresía masculina

Por José Rafael Sosa

Las quiero a las dos, rica comedia que explota con inteligencia el cambio roles, original de Ricardo Talesnik, logra diferenciarse entre las muchas piezas teatrales (casi una industria temática que procura “defender” la mujer) pero que en el fondo persiguen la taquilla a como dé lugar.

Escrita originalmente con el título «Los japoneses no saben esperar», está dotada de notables valores de producción: la dirección de Manuel Chapuseaux,  pieza clave cuando se busca quien monte un trabajo de trascendencia, a lo que suma la actuación de un veteranísimo Félix Germán (Miguel), versátil y exacto intérprete de sus textos, Giorgina Duluc (Isabel) y Naslha Bogaert, (Julia)  quienes aportan con frescura, dignidad y aciertos.

Los tres logran un rendimiento histriónico que se expresa en un  un trabajo rico en matices de humor, con enorme sincronía en sus entradas y efectividad en su lenguaje gestual, sustento de muchas de las emboscadas de la risa.

LAS DOS
Una escena de la obra

A ambas se les debe reconocer su desarrollo actoral en firme, producto de su entrega al estudio, a talleres y a orientaciones precisas de quienes han entendido que cuerpos perfectos y rostros excitantes, no pagan mucho cuando de interpretación seria e intensa se trata.

Duluc cosecha su entrega a la actuación que ha ido perfeccionando y que ha tomado en serio. Naslha, de su lado, es fresca, sensual, penetrante y auténtica en su intercambiado rol de esposa-la otra.

La pieza hace honor al teatro producido con calidad, desde su impecable escenografía que representa un apartamento de clase alta (sobre todo por las piezas de arte de Julio Valentín, alumno predilecto de Cándido Bidó);  la iluminación que logra tonalidades que respaldan el ritmo interpretativo, la banda sonora que juega con la música oriental, el vestuario, los peinados y el maquillaje, están justo en el punto en que deben.

El puertorriqueño Raúl Méndez tiene conciencia de la trascendencia de la producción y no vacila en invertir lo necesario para que el resultado en escena resulte de excelencia.

Inversión de roles

Con el tema de la infidelidad masculina como eje, la pieza toma el camino de invertir los roles esperados (sufrimiento de la  señora de la casa, hipocresía del marido y escapadas pasionales con la amante) para transformarlo todo, lograr que las dos mujeres se alíen frente al cornudo y someterlo a la disciplina doméstica del hogar para servirles a ellas dos, que ahora serán amigas.

Mucho de sarcasmo irónico desfila ante el público por las bien logradas situaciones del texto de ese subvertidor que resulta ser Ricardo Talesnik, argentino de ascendencia polaca, Gran Premio de Honor 2002 por Teatro Argentino, dos años antes de ingresar como dirigente de la Sociedad General de Autores de la Argentina. Su vida es el humor y la ácida crítica estereotipos o rutinas esclavizantes.

Su página es ricardotalesnik.com.ar. Leer su biografía en esta página es de por sí mismo un monólogo de humor desternillante de la risa.

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